En el libro “Antídotos para la supervivencia” de Ediciones Obelisco (que recomendamos muy especialmente), Marc Ams nos explica refiriéndose al pan blanco:
“…El pan blanco y los falsos panes integrales (elaborados con harina blanca y algo de salvado, levadura artificial y productos químicos, son igual de nocivos), contienen varias de las siguientes sustancias químicas: yeso blanco, monoglicéridos y diglicéridos, estearoil-2-lactilato, azodicarbonamida, ácido tartárico, diacetilo, musgo de Irlanda, harina de arroz, almidón de patata, soja molida (residuos de la extracción del aceite), dióxido de cloro, harina de pescado, harina de huesos, lactato de calcio, fosfato de amonio, bromato de calcio, polisorbato 60 y, por supuesto, mucha sal… Luego nos explica qué son y los efectos que producen sobre la Salud algunas de estas sustancias. “…El yeso blanco, llamado sulfato de calcio, no es añadido para quitar las grietas de su estómago, sino para que sea más fácil amasar hornadas de masa de 250 kg en máquinas gigantescas.”
Luego, respecto a las levaduras que se utilizan nos explica: “…están compuestas de cosas tan sospechosas como el bromato de potasio, ALUMINIO, cloruro de amonio, tartrato, cloruro de amilasa…”. Y que el blanqueador que se utiliza para purificar (?) las harinas “…DIÓXIDO DE CLORO puede matar la flora intestinal y es utilizado también en los detergentes”.
Pero la cosa no se queda ahí porque parece ser que para mantener el color del pan se utiliza una sustancia usada también como anticongelante, el glicol propileno, especificando lo siguiente: “…Se ha comprobado que en animales produce una terrible depresión… ¿Se ha sentido deprimido últimamente?”.
Vaya panorama, amigos. Y hay un matiz que este autor, gran difusor de la cultura de la salud nos da y que me parece del todo revelador: “…el pan ya no es elaborado, sino fabricado en serie…”.
Por si alguien piensa que esto no es suficiente podemos seguir haciendo referencia a los datos aportados en este maravilloso libro: “Para hacer que la pasta sea más fácil de manejar se le agregan sustancias químicas para darle una consistencia plástica. Es muy probable que el acondicionador sea yodato de potasio en cantidades de alrededor de 75 partes por millón. Esto puede parecer poco, pero no lo es, pues significa que una simple rebanada de pan puede tener la enorme cantidad de dos miligramos de yodo inorgánico. Esto sobrepasa en cien veces la cantidad recomendada de yodo para un día. Supongamos que aun tratándose de un moderado consumidor de pan ingiere unas seis rebanadas diarias, más el yodo de una dieta promedio, esto puede proporcionar al organismo mil veces más yodo del que requiere cada veinticuatro horas”.
Más adelante nos dice, haciendo referencia a los ingredientes utilizados para evitar el enmohecimiento: “…Uno de los más usuales es el propionato que tiene la particularidad de destruir las enzimas que permiten al organismo asimilar el calcio”. E incluso, y por si fuera poco: “Otro compuesto químico utilizado para mejorar la apariencia del pan aunque haya sido elaborado con harinas de muy baja calidad es el persulfato, un compuesto químico usado también para niquelar metales, y que tiene la curiosa propiedad de destruir las pocas vitaminas que puedan quedar en el pan y de convertir el calcio en cal no asimilable por el organismo humano… ¡Recuérdelo la próxima vez que prepare un sándwich de queso para que su hijo almuerce en la escuela”.
RECOMENDAMOS MUY ESPECIALMENTE LOS LIBROS DE MARC AMS.